Harry K. Wells
Platina, Buenos Aires, 1964
Platina, Buenos Aires, 1964
Máximo Gorki comprendió perfectamente el tipo de pensamiento pragmático, cuando en uno de sus panfletos colocó en boca de un millonario norteamericano el dicho que: No es el método sino el resultado lo que cuenta (1). Esto es, en esencia, el principio básico del pragmatismo, si es posible hablar de principios en relación a una filosofía que no los posee por completo.
El pensamiento pragmático es el método de obtener resultados sin tener en cuenta los medios empleados. Por esto, no existe una medida objetiva de verdad, de manera que el único criterio es el éxito. Todo anda, sin ninguna barrera de contención, mientras esto funcione. La única cuestión importante es ¿Me da esto ventajas? Si esto es así se lo llama verdad y bien, si no es falso y malo.
El presidente Eisenhower aplica este principio pragmático para el empleo de las armas atómicas. Para mí el uso de la bomba atómica radica en la base siguiente. ¿Me da ventajas o no si la llevo a una guerra?... Si pensara que la ganancia está de mi lado, la usaría instantáneamente... Decide también Si entro en una guerra, sobre las mismas bases. La filosofía del pragmatismo no ofrece otra cosa.
Este es el tipo de pensamiento que da cuerpo a la filosofía formal de William James y John Dewey. Está elaborada en una infinita variedad de formas, pero siempre los rasgos esenciales son los mismos. En muchos casos ellos están camuflados pero luego, cuando se dejan de lado las frases demagógicas, su esencia aparece expuesta en toda su crudeza filistea.
El pragmatismo es una forma del idealismo filosófico. Más específicamente, es una forma de idealismo subjetivo que señala que sólo nuestra mente existe realmente, que el mundo natural y social existe sólo en nuestras sensaciones e ideas, deseos y emociones. Es una filosofía idealista subjetiva desarrollada dentro de las condiciones históricas concretas de los Estados Unidos. Fue formulada principalmente por tres filósofos: Charles S. Peirce. William James y John Dewey. Peirce fue su fundador, James su difusor y Dewey su sumo sacerdote.
Pero el pragmatismo no es de ninguna manera una filosofía simple y académica inventada por profesores de la Universidad de Columbia o de Harvard. Es en primer lugar la visión del mundo de la clase capitalista y sólo secundariamente la concepción de los ideólogos burgueses. La formulación de la filosofía aquí analizada actúa nuevamente sobre el punto de vista general de clase y de la vida de la sociedad de la cual proviene originalmente.
La filosofía no es un fenómeno aislado, separado del resto de la vida. Es parte integral de la ideología, subyacente a ella como visión de la vida y el modo de pensar de una clase. En el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx habla de la formación de la ideología: Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos y plasmados de un modo peculiar. La clase entera los crea y los plasma, derivándolos de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes (3).
Pragmatismo es el nombre que ha venido a significar la visión particular de la vida y el modo de pensar creado por la clase capitalista en los Estados Unidos, derivados de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes. Es también el nombre para la formulación académica de la cosmovisión de hecha por los filósofos profesionales.
La primera formulación del pragmatismo, aunque el nombre no fue usado aún, la realizó Charles S. Peirce en 1878. Peirce fue hijo de un profesor de Harvard y, residió en Cambridge, Massachussetts, la mayor parte de su vida. Enseñó en Harvard y John Hospkins, pero su empleo regular estaba en el Servicio Geodésico de los Guardacostas de Estados Unidos. Fue un científico entrenado en la química y en la física pero se volcó a la filosofía bajo el impacto de Charles Darwin, Charles Lyell y el nuevo contenido evolucionista de la ciencia.
En dos artículos publicados en The Popular Science Monthly de enero y febrero de 1878, Peirce desarrolló la tesis central del pragmatismo: Considerando los efectos, que tienen una traducción práctica perceptible, nosotros concebimos el objeto de nuestra percepción. Luego nuestra concepción de esos efectos es la totalidad de nuestra concepción del objeto (4). El obispo Berkeley dijo ‘existir es ser percibido’. Peirce le dio a esta doctrina idealista subjetiva un peculiar y revisado rasgo norteamericano, donde el significado esencial de las tesis arriba expuestas en las que ‘ser es tener efectos prácticos’ o ‘existir es ser útil’. Una cosa existe cuando es buena para la actividad práctica humana. Si un objeto no es útil, no existe. Una cosa no es nada si no opera en la práctica.
Estas tesis contienen en sí mismas el meollo del idealismo subjetivo porque hace al objeto dependiente de los seres humanos y no independiente, y de este modo niega el mundo material objetivo. Al mismo tiempo significa de que no existe tal objeto como verdad, por lo que no existe un mundo exterior al cual las ideas de la mente puedan corresponder. Sin verdad no hay conocimiento, no hay teoría ni ciencia. Una idea, una teoría, por lo tanto, no puede ser falsa o verdadera, sólo puede ser útil o inútil, y el único criterio es el éxito en la acción práctica.
De este modo, hacia 1878, la filosofía burguesa de los Estados Unidos adquirió una forma técnica. ¿Cuáles fueron las condiciones, económicas, políticas e intelectuales que prepararon las bases para esta primera formulación del pragmatismo?
Fundamento político y económico
En su clásico trabajo sobre el imperialismo, Lenin caracteriza la década de 1860 a 1870 como la primera de las principales etapas en la historia de los monopolios. Este es el período en el cual los monopolios no constituyen más que gérmenes apenas perceptibles. Esta primera etapa del desarrollo de los monopolios coincide con el punto culminante del desarrollo de la libre concurrencia (5). A través del propio proceso de la competencia, la concentración de capital ha alcanzado el punto en que el monopolio comienza a aparecer, aunque aún es escasamente perceptible. La segunda etapa del desarrollo de los monopolios comienza después de la crisis de 1873 en el momento en que hay un largo periodo de desarrollo de los cártels; pero éstos constituyen todavía una excepción, no son aún sólidos (6). De esta manera, los años de 1860 a 1878 incluyen la culminación de la libre competencia y la primera etapa en el crecimiento de los monopolios y la apertura de la segunda etapa en el desarrollo de estos últimos.
Lenin habló del desarrollo de los monopolios en el mundo capitalista como totalidad, pero los Estados Unidos no eran una excepción. El período entre 1860 y 1878, cuando se formuló el pragmatismo, se caracterizó por un rápido desarrollo económico y una aguda lucha política. El sustrato económico se caracterizaba, por un lado, por una pronunciada concentración de capital con el surgimiento de los monopolios, y por otro lado con un gran crecimiento numérico del proletariado. El reflejo político de los cambios en este periodo se caracterizó de un lado, por la extensión y la consolidación del poder estatal de parte de la clase capitalista y la despiadada utilización de esta fuerza organizada y la violencia para subyugar a los trabajadores, los campesinos y la población negra; por otro lado, por un aumento de la resistencia militante del pueblo a través de nuevas formas de lucha, incluyendo las uniones nacionales de trabajadores, las organizaciones campesinas nacionales y los partidos políticos independientes, de obreros y campesinos.
En el orden internacional, la Comuna de París, posterior a la guerra franco-prusiana de 1870-71, fue el hecho singular durante este período que tuvo un gran impacto tanto sobre el capital como sobre el trabajo. Aquel acontecimiento aterrorizó a la clase capitalista revelando en forma concreta la sentencia a muerte de este sistema de explotación y opresión a través de la propiedad privada de los medios de producción. Ese acontecimiento electrificó a la clase obrera revelándole en un destello vívido, la misión histórica del proletariado y sus aliados.
Estos desarrollos económicos y políticos han alcanzado profundos efectos en la ideología burguesa. En los hechos, la clase capitalista, habiendo alcanzado el pleno control del Estado, eliminando el feudal poder esclavista del sur, creó por primera vez en este país condiciones que demandaron la formación de una ideología capitalista de clase, estrechamente consolidada. ¿Cómo se reflejaron en la esfera de la ideología los acontecimientos económicos y políticos de las décadas del sesenta y setenta últimos? ¿Cuál fue la tarea ideológica que tuvieron que enfrentar los ideólogos burgueses?
En primer término veamos qué desarrollo ideológico esperaríamos encontrar después de la plena toma del poder político por la clase capitalista. Aquí tenemos, para que nos sirva como guía, el desarrollo histórico reciente en Francia e Inglaterra. Marx, en su prefacio a la segunda edición de El Capital, escribió en pocas frases los hechos que ocurrieron en estos dos países:
La burguesía había conquistado el poder político en Francia e Inglaterra. A partir de este momento, la lucha de clases comienza a revestir, práctica y teóricamente, formas cada vez más acusadas y amenazadoras. La ciencia económica burguesa había muerto. Ya no se trataba de si tal o cual teorema era verdadero o falso, sino de si era beneficioso o funesto, cómodo o molesto, de si infringía o no las ordenanzas de policía. Los investigadores desinteresados fueron sustituídos por espadachines a sueldo y los estudios científicos imparciales dejaron el puesto a la conciencia turbia y a las perversas intenciones de la apologética (7).
Aunque en este lugar Marx está hablando particularmente en relación a la teoría económica, indica al mismo tiempo el carácter de la ideología burguesa como totalidad después de tomar el poder estatal. La apología de la conveniencia toma el lugar de la indagación científica; la utilidad para esa clase, toma el lugar de la verdad.
Los apologistas de la burguesía quisieran señalar que aunque aquello puede ser verdad sobre Francia e Inglaterra, los Estados Unidos son una excepción. Pero nosotros quisiéramos señalar que la ideología capitalista en este país no es una excepción, y que se hace apologética en un nuevo nivel después de la Guerra Civil. Además quisiéramos señalar que la apología de la burguesía en Estados Unidos, se desarrolla, durante el ascenso de las tendencias monopolistas e imperialistas, en las formas más crudas y decadentes desde su concepción, y no como en Francia e Inglaterra que lo hicieron durante el período de la competencia capitalista. De esta manera, la teoría del excepcionalismo norteamericano en la ideología y otras esferas, no corresponde a los hechos y además es precisamente contrario a la verdad. La única excepción en relación a la ideología como apologética, radica en que la forma norteamericana está exaltada y exagerada. Lejos de ser la excepción a las leves del desarrollo capitalista, los Estados Unidos se desarrollaron en la época del imperialismo como un clásico modelo del capitalismo monopolista.
Como hemos visto, los ideólogos burgueses incorporaron en este país, en los diferentes aspectos de la ideología, las nociones de conveniencia y utilidad como sustitutos de la ciencia y la verdad. La conveniencia y la utilidad fueron transformados desde simples aforismos, en grandes principios filosóficos que, impregnaron toda la ideología. De esta manera la esencia de la apologética, que Marx caracterizara como beneficio o utilidad al capital, se convirtió por sí misma en la filosofía, expresamente formulada o no, de la clase capitalista en los Estados Unidos. Puede, verse, por lo tanto, que el pragmatismo, cuya teoría central es ‘existe lo que es útil’, constituye la apología decadente de la burguesía, en filosofía. En los hechos, el pragmatismo es la glorificación y la celebración de la apologética.
La historia de la formulación de esta filosofía y su penetración en toda la ideología es el objeto de este libro. Esta es la historia de una forma particular dada al contenido de clase apologético, cuya noción clave es el éxito y la utilidad. La forma constituye el pragmatismo, desde su concepción hasta nuestros días. Su única progresión esencial es el movimiento desde una versión desenmascarada, desarrollada en los finales del siglo diecinueve, hasta las versiones más o menos camufladas del presente. Acompañando al camuflaje se observa una aumentada decadencia y degeneración. El grado de camuflaje es un reflejo más o menos exacto del crecimiento de la organización y la militancia de la clase obrera y sus aliados.
La historia comienza en Cambridge, Massachusetts, en el año 1871, año de la Comuna de París.
El Club Metafísico
Durante los primeros años setenta [del siglo XIX] se concentraron en Cambridge un número de hombres que jugaron un papel clave en la formulación de la ideología burguesa durante las décadas siguientes. Todos fueron educadores o profesores, más o menos al mismo tiempo, en la Universidad de Harvard y todos estaban en contacto, tanto personal como profesional. Hay pruebas evidentes de que durante algunos años, desde 1871 a 1874, formaban parte de un grupo que realizaba exclusivamente discusiones informales, y llamado, según Charles S. Peirce, el Club Metafísico -nombre dado para enajenar a todo el que quisiera enajenarse (8).
Además de Peirce, el grupo incluía a Chauncey Wright, experto en ciencias naturales, filósofo y psicólogo; Oliver Wendell Holmes, Joseph B. Warner y Nicolás St. John Green, hombre de leyes, juez y jurista, respectivamente; John Fiske, historiador; Francis Ellingwood Abbot, ministro protestante y teólogo y William James, fisiólogo transformado luego en psicólogo y filósofo. De todos éstos, cuatro jugaron un papel de vanguardia en sus respectivos campos en los años posteriores; particularmente Peirce, Holmes, Fiske y James. Los otros, sin embargo, hicieron contribuciones no menos importantes en esta primera etapa formativa del grupo. En relación a esto, la figura dominante en el grupo fue Chauncey Wright, ya que él construyó la teoría que subyace en el método pragmático, aunque el método en sí fue dado en su forma primaria por Nicolas St. John Green y Charles S. Peirce.
¿Cuál fue el problema común que determinó la unión de este grupo de hombres? A lo largo de los dos primeros tercios del siglo diecinueve dominaron en exclusiva la filosofía teológica o religiosa. Ella impregnó la ideología de las clases dominantes del norte y del sur. Mientras duró la esclavitud en el sur, y la agricultura en las dos zonas fue predominante, la religión fue utilizada como arma. Pero con el gran paso adelante dado con el desarrollo del capitalismo industrial después de la victoria de 1865, y el desarrollo concomitante del proletariado con sus formas de lucha organizadas, la religión ya no pudo tener la confianza en exclusiva. De este modo, la filosofía religiosa y teológica estaba destinada a ser reemplazada por una forma más efectiva, que utilizara la religión pero que no se limitara solamente a ella. El desafío de la evolución a la teología aceleró el proceso de la formulación de una filosofía estrictamente burguesa, a la misma velocidad en que se daba el proceso de liberación de las masas con respecto a la religión. El problema común que estaba enfrentando el grupo de Cambridge fue la doble amenaza a la religión establecida: la proveniente de la clase obrera y la de la ciencia, especialmente a partir de la teoría de la evolución.
A través de su solución de este problema, el grupo de intelectuales de Cambridge formuló en los hechos el punto de vista pragmático de modo de vida y de pensamiento, y de esta manera desarrollaron una tarea históricamente objetiva.
Con la perspectiva de este proceso se desarrolló una disputa entre un grupo de científicos defensores de la evolución, encabezados por el biólogo de Harvard, Asa Gray, y otro sector más numeroso de teólogos y sacerdotes encabezados por otro científico de Harvard, Louis Agassiz. Fue un debate que no pudieron evitar los individuos, grupos o instituciones y condujo a la formación de fracciones antagónicas en escuelas e iglesias, en las concentraciones populares y las legislaturas. Los ecos del debate fueron oídos durante generaciones posteriores, uno de los cuales alcanzó la mayor publicidad e inclusive expresión cinematográfica, la del maestro de Tennesse acusado en 1925 de enseñar la teoría de la evolución.
Los miembros del Club Metafísico tuvieron ante ellos el intento abortado de los llamados teólogos naturalistas, que asimilaban la evolución dentro de la doctrina de la Iglesia, y pretendían que la ciencia sirviera directamente a la teología. En relación a esto, hubo un intento notable de Edward Hitchcok de teologizar la teoría de Lyell sobre la evolución de la tierra, y el intento de Paul Chadbourne de hacer lo mismo con El origen de las especies, de Darwin. Hitchcok, teólogo calvinista, presidente del Colegio Amherst, profesor de Geología y teología natural, escribió La religión de la Geología y sus ciencias conexas, del que se conocieron once reediciones desde 1860. En este libro señala la tesis de que la geología ha ampliado enormemente nuestro conocimiento de los planes divinos y las operaciones del universo, y que el microscopio es el sexto paso en el conocimiento de Jehová por el hombre. Chadbourne escribió las Relaciones de la historia natural y la teología natural, libro en el cual trató de adecuar la teoría de la evolución a la doctrina de las especies fijas y creación especial, demostrando que éstas siguen el plan de la creación. Desde su punto de vista, la evolución demuestra la previsión instintiva que es la ley del crecimiento de las plantas y los animales y prueba la adaptación de los medios y los fines como justificando por sí mismas a la Razón del hombre (10).
El grupo de Cambridge reconoció la inadecuación si no política, por lo menos intelectual, de todos estos intentos abiertos de reconciliación de la nueva ciencia con la teología. Sin embargo no se ubicaban como si fueran defensores de la ciencia y por ende rechazaran su subordinación a la teología. Por el contrario, los teólogos concedieron demasiado a la ciencia ya que aceptaron el hecho de que Lyell y Darwin habían descubierto leyes reales del mundo material y objetivo. Así el calvinista Hitchcok, por ejemplo, sostuvo que la geología expande nuestras ideas sobre el tiempo en el cual el universo material ha sido creado (11).
La alternativa era combatir al materialismo de la ciencia y de la clase obrera, bajo la cubierta de un ataque a todo lo metafísico. De este modo o con este término, no se referían a la metafísica como lo define el materialismo dialéctico, es decir, el método mecanicista en oposición al método dialéctico. Por el contrario, señalaban a toda noción que fuera una referencia objetiva a ideas o teorías sobre una realidad existente independientemente de la experiencia humana. Pudieron así atacar el concepto del mundo material, bajo la cubierta de un ataque a la concepción teológica de un mundo espiritual, de un mundo independiente de la experiencia del hombre. De ese modo, el término metafísico significa para ellos tanto la creencia en el mundo objetivo material, como la creencia en un mundo espiritual objetivo. Por medio de esta bonita fórmula, la filosofía burguesa pudo aparecer alineándose con la ciencia y las masas trabajadoras contra la religión, y al mismo tiempo rehabilitar en un nivel más vicioso y degenerado, el oscurantismo que había sido la función de la religión. Mediante esta ofensiva de doble filo, pudo primero y al mismo tiempo, negar a la ciencia, la teoría y la verdad y ocultar esta negación bajo el camuflaje de un ataque a la teología. Estarían entonces en la posición de hacer entrar por la puerta trasera a la religión, como si no hubiera ciencia para combatirla.
Esa era una fórmula que tenía todos los requerimientos históricos de la clase capitalista después de alcanzar el poder y estaba avanzando en su conducción interminable hacia mayores y más grandes beneficios. Lo necesario ahora era un método y una teoría técnica que atacara al materialismo bajo la demagogia de un ataque a la teología. La teoría debía formular el punto de vista burgués sobre la vida, es decir, la negación de toda necesidad objetiva que pudiera impedir el deseo de esa clase de acumular beneficios y dominar el mundo para siempre. El método debía formular las nociones de beneficios y utilidad de clase, como sustitutos de una comprensión científica objetiva; era necesaria la doctrina de todos los medios en función de los fines de esa clase.
Las raíces filosóficas del pragmatismo
Fue Chauncey Wright quien formuló el punto de vista capitalista de la vida, en la teoría que constituyó el fundamento sobre el cual se erigió el método pragmático. Pero no lo inventó fuera de una concepción más general. Tomó prestado de la filosofía clásica de Berkeley, de las teorías de John Stuart Mill, Jeremy Bentham y Alexander Bain, los utilitaristas, y de Ernst Mach, Avenarius y Helmholtz, que Lenin señalara en Materialismo y Empiriocriticismo, como simples idealistas subjetivos berkeleyanos con ropaje moderno.
La doctrina central de Wrigth rezaba que no existe la necesidad en la naturaleza ni en la historia. Al negar la necesidad, negaba las leyes necesarias del movimiento en el universo, que la realidad tiene una estructura, que el desarrollo de la naturaleza y la sociedad siguen leyes generales de movimiento. Si no hay una necesidad objetiva, la ciencia no puede descubrir lo que no es descubrible. De este modo, lo que la ciencia llama leyes del movimiento y desarrollo, para Wright son sólo hábitos de la conducta humana.
Todos los miembros del Club Metafísico estaban en deuda con Wright por poner el acento de esta teoría en la no necesidad. Fue al menos, parte de la guía para la solución de sus problemas. Este agradecimiento fue muy consciente por parte de algunos de los miembros, tal como se ve en una proposición para un memorial hecho por Peirce a William James sobre la muerte de Wrigth en 1875. Peirce escribió en una carta dirigida a James que: Su memoria lo merece porque ha hecho un gran trabajo para cada uno de nosotros... me refiero a tí, a Frank Abbot y a mí (12). Lo que él hizo por los miembros del Club fue señalado por uno de ellos, Oliver Wendell Holmes, cincuenta años después de la muerte de Wright: Chauncey Wright, cercano filósofo olvidado, de real mérito, me enseñó cuando era joven que no debo decir necesario cuando hablo del universo, porque nosotros no sabemos nada de lo que es necesario o no (13). La negación de la necesidad se manifiesta consistentemente a través de los trabajos de Peirce, Holmes, Fiske y James.
Tal como Wright mismo señalara: Ningún destino real o necesidad se manifiesta abiertamente en ningún lugar del universo, sólo se da una regularidad de fenómenos (14). Para racionalizar este repudio a la necesidad objetiva, tiene que apelar al empirismo inglés, y específicamente a Berkeley. Ha hecho de la totalidad de la ciencia, un problema de hechos solamente y no de leyes; y ha reducido esos hechos a los instrumentos prácticos útiles relacionados con los bienes particulares o fines de la vida humana sin tener nada que ver con la verdad objetiva. La verdadera ciencia escribió, se relaciona nada más que con los problemas relativos a los hechos: si los hechos están determinados, y hasta donde pueden ser, libre de prejuicios morales, entonces la ciencia práctica determina, cuáles deben ser nuestros sentimientos y reglas de conducta en vista de los hechos; pero la ciencia práctica no tiene más postulados inherentes que los correspondientes a una ciencia especulativa. Su basamento final son los bienes particulares y los fines de la vida humana (15). La base fundamental de la ciencia no es la correspondencia con el mundo material objetivo, sino que está dada solamente por sus efectos prácticos. Un hecho no es verdadero o falso, sino que es útil o inútil para la conducta de la vida humana.
Para Wrigth la ciencia es la ciencia de los objetos del conocimiento, y los objetos del conocimientos son estados mentales. Esto es idealismo subjetivo puro, Berkeley puro, como Wright bien sabía. En un escrito posterior dirigido a Abbot en 1868, responde a un problema contestándole así: Secundariamente usted me sorprende preguntándome si el idealismo ¿no es la negación de la ciencia objetiva?... No hay nada en la ciencia positiva o en el estudio de los fenómenos y sus leyes, con quienes el idealismo tenga conflicto (ver Berkeley). La astronomía es tan ciencia real, como la verdad una suma de fenómenos y sus leyes si los fenómenos son sólo estados mentales, como en la otra teoría (16).
Abbot tenía razón, por supuesto; el idealismo de Wright-Berkeley constituye la verdadera negación de la ciencia objetiva. Pero Wright trata de cubrir este hecho contumaz con la conocida distinción entre fenómeno y esencia en donde fenómeno significa los efectos sobre los seres humanos, es decir, donde el objeto es lo que se conoce o se usa para aquellos fines. De este modo, se ubica al fenómeno objetivo, simplemente como un estado mental. Desde el momento en que esto es lo único que puede ser conocido, se hace simple conjetura querer afirmar un objeto real, una cosa en sí misma, una esencia, existente por detrás del objeto mental. De este modo, para los idealistas la ciencia es la ciencia de los objetos mentales, los fenómenos, y no de los objetos materiales, los objetos reales, como lo es para los materialistas. De acuerdo con este punto de vista unilateral y reaccionario, todo lo que los seres humanos pueden conocer son sus propias ideas, los objetos mentales o los estados mentales que existen solamente en sus propias mentes. Wright pone perfectamente en claro este punto en la misma carta a Abbot cuando dice que esta importante doctrina del positivismo -la relatividad del conocimiento- de que sólo los objetos conocidos inmediatamente son verdaderos estados mentales, que actúan sobre nosotros, acordes con sus conexiones más que con un objeto o un mundo exterior, sin una posterior capacidad para conocer más acerca de su naturaleza (17).
Este es el corazón de la teoría sobre la cual se basa el pragmatismo. Es la negación de la ciencia a través de negar el mundo exterior. Si la ciencia es simplemente la ciencia de los estados mentales, del objeto en cuanto afectan a los seres humanos, entonces no hay posibilidad de conocimiento objetivo, es decir, de los objetos materiales externos, tal como existen independientemente de la conciencia y la experiencia. La teoría de la evolución, por lo tanto se reduce a una mera organización útil de estados mentales, y no puede cuestionarse su veracidad o falsedad, sino solamente si es o no una idea útil o beneficiosa, en el camino para alcanzar los bienes particulares y los fines de la vida humana.
La teoría positivista, idealista subjetiva, es la racionalización técnica de la negación burguesa de la necesidad en el mundo, en la vida y en la sociedad. Las leyes del desarrollo de la tierra, las leyes del desarrollo de los seres vivientes, las leves del desarrollo de la sociedad se desligan de un análisis objetivo, se separan de la verdad y son sólo los múltiples caminos útiles para organizar la experiencia humana. Esto libera a la burguesía de la necesidad de actuar y pensar sobre principios y limpia el camino para la doctrina de los beneficios.
La teoría idealista subjetiva, tomada por Wright de Berkeley, Hume y el empirismo inglés, lleva adelante el espúreo ataque a todo lo metafísico. Si las ideas en la gente no tienen objetos externos con los cuales corresponderse, entonces las ideas de Dios, de la inmortalidad, de la creación, de la ley moral divina, etc., tampoco tienen referencias objetivas, y son por lo tanto, junto con las otras ideas, simples formas útiles de organizar los estados mentales. Hay ciertas ideas que trabajan para ciertos propósitos. Esto era lo que le estaba molestando a Abbot, el teólogo. Estaba preocupado y tomando seriamente, lo que en realidad era sólo un camuflaje del primer blanco de ataque, del ataque a la ciencia y al materialismo. Wright lo tranquiliza diciéndole que los fundamentos prácticos son las verdaderas bases de la creencia en las doctrinas teológicas (18). En efecto, Wright, le estaba diciendo a Abbot que la única forma en que la teología y la religión podrían mantenerse sobre el pueblo, era mediante la eliminación de la ciencia y del conocimiento verdadero del mundo real. De este modo, la superstición podía ser restituida sin miedo al desafío de la teoría científica.
Alrededor de 1867, Wright allanó el camino para la formulación del método pragmático del beneficio, en los medios y los fines. Esta negación del concepto de necesidad, junto con su racionalización por medio del idealismo subjetivo, con su teoría positivista, fue lo que Wright pudo ofrecer a los miembros del Club Metafísico.
Mientras la teoría técnica del pragmatismo, es decir, el rechazo positivista de la necesidad y la afirmación del idealismo subjetivo, fueron tomadas del empirismo inglés, la formulación técnica del método pragmático es tomada esencialmente del idealismo alemán, y más particularmente de Manuel Kant y secundariamente del utilitarismo de Alexander Baim. Fue Peirce el que introdujo a los miembros del club en la concepción kantiana del conocimiento práctico; y fue Nicolás St.John Green quien introdujo las enseñanzas de Baim.
En el capítulo final de su Crítica de la Razón Pura, Kant puntualiza que si uno no puede tener un conocimiento verdadero en el cual basar su acción, y si uno tiene que actuar, entonces la acción solo puede estar basada en la creencia. En otras palabras, si uno tiene un fin o una meta establecida, pero no conoce cuáles medios va a necesitar para alcanzarlos, entonces debe proceder en base a su creencia pragmática; su única alternativa es creer que ciertos medios van a posibilitar el alcance de determinada meta. He aquí una definición de Kant sobre la creencia pragmática:
El médico tiene que hacer algo ante el enfermo en peligro, pero no conoce la enfermedad. Observa los síntomas y decide, a falta de mejores conocimientos, que se trata de tisis. Su creencia, incluso en su propio juicio, es meramente accidental, ya que otro podría tal vez efectuar una estimación más acertada. Esa creencia, que es accidental, pero que sirve de base al uso real de los medios para ciertos actos, la llamo creencia pragmática (19).
Para Kant, existían medios para conocer con certeza y, por lo tanto, la creencia pragmática no fue para él la única base para actuar. Sin embargo, para los miembros del Club Metafísico con su formulación del punto de vista de clase sobre la vida y el modo de pensamiento, la situación era diferente. En su formulación, no existe la necesidad en el mundo, en consecuencia no hay un mundo objetivo, y por lo tanto no puede haber certidumbre en el conocimiento y por ello, éste no puede existir. De este modo, la teoría pragmática hace posible únicamente el método pragmático de la creencia pragmática. Lo que para Kant es la excepción, para los pragmatistas es regla de hierro. El pueblo sería forzado a substituir el conocimiento por la fe, como una base para actuar. El pragmatismo es realmente el retorno a las formas antiguas de ignorancia, la restitución de la superstición.
Esta fue la doctrina de Kant que Peirce trajo como contribución a la formulación técnica de la filosofía burguesa, en los Estados Unidos. La creencia pragmática combinada con el idealismo subjetivo berkeleyano fue algo que la filosofía profesional no había visto anteriormente.
La creencia pragmática de Kant enraizada en el idealismo subjetivo de Berkeley y emergente como pragmatismo fue técnicamente la formulación filosófica que más perfectamente se correspondió con la visión de la vida y el modo de pensamiento de clase de los monopolios capitalistas en los Estados Unidos.
Acerca del carácter de los pensamientos de los miembros del Club Metafísico, Peirce escribió años más tarde: Nuestro tipo de pensamiento era decididamente inglés. Yo solo, entre los demás miembros, me acerqué a los umbrales de la filosofía a través de la puerta de Kant, e igualmente mis ideas iban adquiriendo el acento inglés (20). Resumiendo, Kant se hizo berkeleyano y Berkeley se hizo kantiano. El matrimonio ha perdurado desde ochenta años atrás a la fecha.
El método pragmático de creencia en medios para los fines fue también introducido por Nicolás St. John Green. Este estuvo insistiendo que la definición de Bain sobre la fe, correspondía con efectividad. La definición de fe o creencia era la siguiente: Aquello sobre lo cual el hombre está preparado para actuar. Peirce escribió acerca de Green: A menudo ha señalado la importancia de aplicar la definición de Bain sobre la creencia como ‘aquello sobre lo cual el hombre está preparado para actuar’. A partir de esta definición, el pragmatismo es algo más que un corolario; de manera que estoy, dispuesto a pensar de él (Green) como el abuelo del pragmatismo (21). Kant y Peirce han señalado que sin el conocimiento, la acción debe estar basada en la creencia pragmática. Ahora, Green y Bain señalan que creencia significa aquello en lo que el hombre está preparado para actuar. Esto último, tomado conjuntamente con la doctrina Peirce-kantiana de la creencia pragmática y el idealismo subjetivo de la doctrina de Berkeley-Wright, redondea el equipamiento técnico requerido para la formulación de la filosofía de la clase capitalista de Estados Unidos, para el éxito de la filosofía formal del pragmatismo. La tarea de poner todos estos elementos juntos recayó primero sobre Peirce.
Notas:
(1) Máximo Gorki: Articles and Panflets, Moscú, 1951, p.80.
(2) New York Times, 12 de marzo de 1951.
(3) Carlos Marx: «El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte», en Obras Escogidas, Madrid, 1975, p. 258.
(4) Charles S. Peirce: «How To Make Our Idees Clear», en Popular Sciencie Monthly, enero de 1878. Reimpreso en Chance, Lowe and Logic, Ed. Morris E. Cohen, Nueva York, 1949, p. 45.
(5) V. I. Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1972, p. 21.
(6) Idem.
(7) Carlos Marx: El Capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, 2ª edición española, 1973, tomo I, p. XIX. La cita no está extraída del prólogo sino del potfacio.
(8) Charles S. Peirce, fragmento citado en Evolution and The Fourders of Modern Pragmatism, Cambridge, Mass., 1949, p. 21.
(9) Philip P. Wiener: Evolution and The Founders of Modern Pragmatism, Cambridge, Mass, 1949, p. 11.
(10) Idem, p. 14.
(11) Idem, p. 11.
(12) Idem, pp. 41-42.
(13) Idem. p. 174.
(14) Letters of Chauncey Wright, Ed. James B. Thayer, Cambridge, Mass., 1878, p. 111.
(15) Idem, pp. il1-112.
(16) Idem, p. 132.
(17) Idem, p. 131.
(18) Idem, p. 133.
(19) Emanuel Kant: Crítica de la razón pura, Barcelona, 2002, tomo II, p. 642.
(20) Wiener, trabajo citado, p. 19.
(21) Idem.
(2) New York Times, 12 de marzo de 1951.
(3) Carlos Marx: «El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte», en Obras Escogidas, Madrid, 1975, p. 258.
(4) Charles S. Peirce: «How To Make Our Idees Clear», en Popular Sciencie Monthly, enero de 1878. Reimpreso en Chance, Lowe and Logic, Ed. Morris E. Cohen, Nueva York, 1949, p. 45.
(5) V. I. Lenin: El imperialismo, fase superior del capitalismo, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1972, p. 21.
(6) Idem.
(7) Carlos Marx: El Capital, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, 2ª edición española, 1973, tomo I, p. XIX. La cita no está extraída del prólogo sino del potfacio.
(8) Charles S. Peirce, fragmento citado en Evolution and The Fourders of Modern Pragmatism, Cambridge, Mass., 1949, p. 21.
(9) Philip P. Wiener: Evolution and The Founders of Modern Pragmatism, Cambridge, Mass, 1949, p. 11.
(10) Idem, p. 14.
(11) Idem, p. 11.
(12) Idem, pp. 41-42.
(13) Idem. p. 174.
(14) Letters of Chauncey Wright, Ed. James B. Thayer, Cambridge, Mass., 1878, p. 111.
(15) Idem, pp. il1-112.
(16) Idem, p. 132.
(17) Idem, p. 131.
(18) Idem, p. 133.
(19) Emanuel Kant: Crítica de la razón pura, Barcelona, 2002, tomo II, p. 642.
(20) Wiener, trabajo citado, p. 19.
(21) Idem.
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